Un nuevo invierno en Sevilla
En diciembre de 1883, tan sólo cinco meses después de su última visita, Isabel II vuelve a Sevilla para pasar el invierno, hasta el inicio de la primavera de 1884.
Durante el verano de 1883, Isabel II estuvo “tomando las aguas” en San Sebastián y Lequitio. También estuvo en Cestona y Azcoitia con alguna breve excursión a Biarritz. A finales de septiembre volvió a Madrid, instalándose en el Escorial.
En Madrid permaneció hasta mediados del mes de diciembre, mientras en el Alcázar de Sevilla se realizaban reformas para hacerlo aún más confortable.
La visita de 1883/1884
El regreso a Sevilla tuvo lugar el 13 de diciembre de 1883. Isabel II venía con su acompañantes habituales: la Duquesa de Híjar y el Marqués de Villasegura. El recibimiento transcurrió de manera similar a las anteriores ocasiones:
“La estación de la plaza de Armas se hallaba engalanada, ostentando gran número de escudos de la ciudad y gallardetes con los colores nacionales. El andén, hasta el apeadero de los carruajes, estaba alfombrado, y adornado con macetas. El trayecto desde la estación hasta la Puerta de Triana, en cuyo sitio lucían varios escudos, estaba también adornado con banderas y gallardetes, todo lo cual había sido dispuesto para recibir a Dª. Isabel, por el alcalde señor Gallardo”. (1)
Una compañía del batallón de Cazadores de Cataluña, con bandera y música, hizo los honores de ordenanza y a lo largo del trayecto se encontraba desplegada la Guardia Municipal. Una vez que la comitiva llegó al Alcázar, se ofreció una recepción a las autoridades.
Que la Reina Madre se sentía cada vez más a gusto en Sevilla queda fuera de toda duda. A los pocos días de su llegada, escribe Dª Isabel al Marqués de Novaliches:
«Aquí. [en el Alcázar de Sevilla] hay una tranquilidad grandísima ¡que contraste con la bulla de los últimos días en Madrid! Este Alcanzar (sic) va estando bien y confortable, los primeros días que he pasado aquí hacía un frío horrible«. (2)
Precisamente para combatir el frío del Alcázar, entre las reformas realizadas aquel año, el Conde de Sepúlveda, Inspector General de los reales palacios, se había encargado meses atrás de instalar en el Alcázar tapices y alfombras encargados expresamente para la ocasión a la prestigiosa empresa textil catalana de Sert Hermanos y Solá.
El 22 de diciembre retoma Isabel II su actividad social habitual, asistiendo a una función en el Teatro Cervantes en la que se representaron obras cómicas del sevillano Felipe Pérez y González. En los entreactos, la banda del batallón de cazadores de Cataluña, dirigida por el profesor D. Francisco Serra, músico mayor del Regimiento de Granada nº 34, interpretó diversas obras clásicas.
Año nuevo en el Alcázar
El año 1884 arranca con una solemne recepción en el Alcázar el día 6 de enero, festividad de la Adoración de los Reyes. Por la noche, tuvo lugar un banquete al que acudieron…
“… el capitán general, alcalde de la ciudad, capellán mayor de la de San Fernando, presidente de la Audiencia, comandante de marina, el administrador del real Patrimonio en aquella capital, [Sevilla] gobernador civil, rector de la Universidad, canónigo y capellán del Alcázar, presidente de la diputación provincial, el comandante del cañonero Eulalia y el señor marqués de Villa-Segura, jefe de la casa de la reina doña Isabel.” (3)
Los siguientes días hubo relevo temporal de concejales en el Ayuntamiento. Una Real Orden había anulado las elecciones municipales de 1881, en base a ciertos errores de forma cometidos en aquella ocasión.
Hasta el inminente nombramiento de nuevo gobernador civil, se formó una nueva corporación municipal interina, presidida por D. Cayetano Rivera y Casasola que acudió el día 12 de enero al Alcázar a presentar sus respetos a Doña Isabel.
Ese mismo día, la prensa local da cuenta de la presencia en Sevilla de los Duques de Altamira y Condes de Sessa, sobrinos de la Reina Isabel II. El Duque de Altamira era hijo de Luisa Teresa de Borbón, hermana del Rey Francisco de Asís. A diferencia de con su marido, Isabel II guardó siempre buena relación con su cuñada (y prima) dado su carácter generoso y afable.
Durante su estancia, Isabel II los recibió en el Alcázar con todos los honores. Incluso les rogó que permaneciesen en Sevilla hasta después de las celebraciones por el santo del Rey Alfonso XII que estaban a punto de tener lugar, para tener ocasión de presentarles a la sociedad sevillana en la recepción que tendría lugar por ese motivo.
El día 17, la Reina Isabel invitó a los Duques de Altamira a una excursión por el Guadalquivir a bordo del cañonero Eulalia, acompañados por la Duquesa de Híjar, el Marqués de VillaSegura, el Capitán General Polavieja y el comandante de Marina y Capitán del puerto de Sevilla D. Ángel Topete.
Los días del Rey Alfonso
El 23 de enero, celebración de la onomástica de Rey Alfonso, fue día festivo en la ciudad. En los colegios se suspendieron las clases y muchos edificios oficiales y particulares lucieron colgaduras y banderas nacionales.
Aquel día:
“En el balcón central de las Casas Consistoriales que da vista a la plaza de San Fernando, estuvieron expuestos durante el día los retratos de don Alfonso XII y de doña Cristina.
A las diez en punto de la mañana, el alcalde señor Rivera, acompañado del secretario del Ayuntamiento, descorrió la cortina que cubría a aquellos, dando tres vivas al Rey.
A la ceremonia, que la presenciaron muchos curiosos, asistió una compañía de Infantería con bandera y música, tributando los honores de ordenanza.
En la citada plaza estuvo tocando durante el día la banda del Asilo de San Fernando.” (4)
De una a tres de la tarde, en el Alcázar, la Reina Isabel recibió a las autoridades civiles y militares de la ciudad.
Por la tarde, en el paseo de la orilla del rio, y ante numeroso público, tuvo lugar un desfile de las fuerzas de la guarnición, a las que pasó revista el Capitán General Polavieja, acompañado de su Estado Mayor.
En el Teatro San Fernando hubo programación especial, en la que se interpretaron fragmentos de conocidas óperas de Rossini, Verdi y Donizzetti. En el mismo acto se interpretó un himno dedicado al Rey Alfonso compuesto para la ocasión por el maestro D. Cleto Zavala Arámbarri (director de orquesta del teatro san Fernando) con letra del poeta sevillano D. Manuel Cano y Cueto.
Aquella noche, el Ayuntamiento y otros edificios privados y oficiales fueron adornados con luminarias.
La actividad oficial del mes de enero concluyó el día 25 con la recepción por parte de la Reina del nuevo Gobernador Civil D. Enrique Leguina y Vidal.
Leguina, buen conocedor de la ciudad, era historiador y miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras y además, coleccionista de arte, al igual que su amigo D. José Gestoso y Pérez.
Una de las misiones del nuevo Gobernador era atajar la crisis municipal existente, nombrando nueva composición del ayuntamiento, cosa que tuvo lugar el 30 de enero, siendo elegido alcalde D. José de Hoyos y Hurtado.
Entre Sevilla y Sanlúcar
Por estas fechas, estaban de visita por España los Condes de París. El Conde Felipe de Orleans, pretendiente al trono de Francia, era sobrino del Duque de Montpensier y estaba casado con una de sus hijas, Dª María Isabel de Orleáns.
Habían llegado a Sevilla el 19 de enero acompañados de sus hijas, siendo recibidos por los Duques Antonio de Orleans y la Infanta María Luisa. Casi inmediatamente, partieron rumbo a Sanlúcar de Barrameda, a bordo del cañonero “Cocodrilo”.
Allí permanecieron hasta el 1 de febrero en que regresaron a Sevilla, donde la Reina Isabel les obsequió con un almuerzo en el Alcázar, al que también acudieron los Montpensier, otra prueba más de lo mucho que se habían destensado las relaciones familiares por estas fechas.
Salvo la recepción el día 5 a la nueva corporación municipal presidida por el alcalde Hoyos y Hurtado y la asistencia a una cacería celebrada en el cortijo del Copero el día 6, el resto del mes de febrero de 1884 transcurrió con poca actividad.
A final de mes se anuncia en la prensa el inminente desplazamiento de la Reina Madre a Sanlúcar de Barrameda a pasar unos días junto a su hermana María Luisa y su cuñado el Duque de Montpensier, de forma análoga a como sucedió el año anterior.
El día 1 de marzo, nuevamente a bordo del “Eulalia” zarpa rumbo a Sanlúcar, con su acompañamiento habitual: la Duquesa de Híjar, el General Polavieja y el Marqués de Villasegura.
La comitiva fue recibida en Bonanza por los Duques de Montpensier y las autoridades locales. Allí permaneció la Reina hasta el día 10 en que regresó a Sevilla.
La Semana de Santa de 1884
Por estas fechas, la Infanta Paz, embarazada de su primer hijo, esperaba su nacimiento para el cercano mes de mayo.
Se dubaba si la Reina Isabel permanecería en Sevilla durante la Semana Santa, que estaba ya próxima. Aun así, los preparativos para los festejos siguieron adelante.
“…Parece que el Ayuntamiento, sin duda por si no se confirman [las noticias] y la reina madre resolviera pasar en Sevilla la Semana Santa, ha ordenado al contratista de las tribunas que se colocan en el andén de la plaza de la Constitución, que instale el palco regio. La colocación de las tribunas comenzará probablemente el día primero de abril próximo”. (5)
Finalmente, Doña Isabel, permaneció en Sevilla hasta después de Semana Santa, cuando se desplazó a la corte. El año anterior no pudo presenciar las procesiones, aunque sí disfrutó de la Feria de abril. Este año ocurriría justo lo contrario.
La Semana Santa de 1884 comenzó con un Domingo de Ramos lluvioso, provocando que la Hermandad de la Amargura hiciera su estación de penitencia el Lunes Santo. Sin embargo, el resto de los días lució el sol:
“El estado del tiempo no ha dejado de contribuir a la esplendidez con que tan solemnes fiestas se han celebrado; el jueves y viernes santo, principalmente, han sido los dos días más hermosos del presente año, luciendo el horizonte un azul purísimo, en el que reverberaba brillante sol”. (6)
Los palcos de la Plaza de la Constitución se vieron muy concurridos por lo más “selecto” de la sociedad sevillana de la época, compitiendo en ostentación y lujo. La presencia de la Reina Isabel en el Palco Real contribuía a elevar el nivel de esa competición:
“El aspecto de la plaza de San Francisco en estas tardes era sorprendente; multitud de señoras ricamente ataviadas ocupaban los palcos, y el de la presidencia S. M. la reina doña Isabel II; las sillas, de que estaba llena toda la plaza, eran asiento de un sin número de damas que competían en belleza y en lujo con las de los palcos, y los balcones y avenidas, se hallaban también cuajados de gente”. (7)
La Reina presenció diariamente el paso de las Cofradías junto a su acompañamiento habitual:
“Como en las tardes anteriores acompañaban a la augusta señora las personas de su alta servidumbre, los señores Capitán General, segundo Cabo, Gobernador Civil, Alcalde de la Ciudad y otros concejales y funcionarios públicos”. (8)
Como en otras ocasiones, esta Semana Santa la Reina Madre repartió una “cuantiosa cantidad” en donativos, deshaciéndose la prensa en elogios por estos ya habituales gestos de generosidad:
“S. M. la reina doña Isabel, impulsada por los caritativos sentimientos de su corazón, ha dado órdenes para que en estos clásicos días se reparta una cuantiosa limosna a los necesitados de esta ciudad. Estos, al recibir el piadoso don de la excelsa señora, pedirán a Dios seguramente, que prolongue dilatados años su preciosa vida, y la rodee de las mayores felicidades”. (9)
La alternativa de Mazzantini
El Domingo de Resurrección, 13 de abril tuvo lugar la tradicional corrida de inicio de la temporada en la Real Maestranza. Isabel II la presenció desde el palco real. A pesar de la intensa lluvia, la corrida, de la ganadería de D. José Antonio Adalid, resultó ser histórica. En ella, Salvador Sánchez (Frascuelo) dio la alternativa a Luis Mazzantini, apodado por algunos “el señorito loco”. El momento lo describió así el periódico taurino El Toreo, de Madrid:
“Suenan los clarines, y Salvador, con vestimenta verde aceituna y oro, se dirige a Mazzantini, el que, montera en mano, toma los trastos que aquél le endosa, cumpliéndose con esto la fórmula reglamentaria, o sea darle la investidura de matador de toros al simpático Luis: este se dirige al palco regio, ocupado desde las cuatro y cinco por S. M. la Reina madre, y después de un discurso que ni de Castelar, se dirige a Costurero” (10) .
Castillos y Leones
En poco menos de una semana la Reina Isabel daría por concluida su estancia en Sevilla. Quería reunirse pronto en Madrid con su hija la Infanta Paz, para acompañarla en el último tramo de su embarazo.
Sin embargo, no estuvieron esos últimos días exentos de novedades. Quiso Isabel II antes de partir, hacer entrega a Sevilla de un hermoso regalo que aún perdura.
El 16 de abril, el periódico La Andalucía se hace eco de la noticia:
“D.ª Isabel II, según leemos en varios periódicos de la localidad, ha regalado a la Virgen de los Reyes un manto riquísimo y vestidura completa, de raso blanco, sembrado de castillos, leones y lises bordados en oro”. (11)
Se trata del famoso manto de los “castillos y leones” que hoy en día aún luce la Patrona de Sevilla en algunas de sus salidas procesionales. El manto y vestidura proceden, con toda probabilidad, del vestido que Isabel II estrenó en la apertura de las Cortes el 10 de enero de 1858, del cual se conservan algunos retratos.
Aquel vestido fue elaborado por las muy famosas bordadoras mallorquinas hermanas Gilart, que en el segundo tercio del siglo XIX tuvieron taller en Madrid y que ejecutaron numerosas y valiosísimas piezas para la casa real, muchas de las cuales tuvieron como destino diversas imágenes devocionales de numerosas ciudades y pueblos a lo largo de todo el país.
De hecho, en 1853, las hermanas Gilart ya habían ejecutado por encargo de Isabel II un conjunto de traje y manto destinado a la Virgen de los Reyes de Sevilla, prueba de la devoción que por la sagrada imagen sintió durante muchos años. Se trata del conocido como “manto verde”.
Sobre este manto escribió en su momento la prensa de Madrid:
“El manto es de terciopelo verde salpicado de grandes flores de oro y con una guarnición tan bien concebida y ejecutada, que no puede darse de ella una idea, ni puede describirse para que se comprenda bien el efecto que produce su vista (…) El vestido es de raso blanco y da la misma tela son las demás prendas, sobre cuyo fondo se destaca el oro produciendo el efecto más sorprendente”. (12)
La Virgen de los Reyes estrenó el manto de los Castillos y Leones el viernes, 18 de abril de 1884. Ese día, tuvo lugar una solemne misa en la Capilla Real a la que asistió la Reina Madre, durante la cual la venerada imagen lució:
“…el magnífico vestido de raso blanco profusa y primorosamente bordado que le ha donado recientemente doña Isabel II”.
(13)
La ceremonia se anunció con repique de campanas de la Giralda, siendo recibida la Reina en la puerta de las Campanillas por el Cabildo de la Catedral y el alcalde José de Hoyos.
Para ella, se había colocado un estrado con sillón y reclinatorio en la Capilla Real, ante la urna de San Fernando, que fue descubierta durante la ceremonia.
Un nuevo Hasta Pronto
Con este acto, la Reina Isabel se despedía por el momento de Sevilla. Al día siguiente, 19 de abril, a las 6 y cuarto de la tarde partía en el tren expreso, que la llevaría de nuevo a Madrid, el lugar que la vio nacer y desde el que reinó, en su día.
Paro eso quedaba ya muy atrás en el tiempo. Como ha dicho M. Jesús Roldán: sería Sevilla “el lugar al que volvería” (14). Y no pasarían muchos meses hasta que lo hiciera de nuevo…
Ver post anterior relacionado: Las estancias de la Reina Isabel II en Sevilla (2) (1882 / 1883)
Bibliografía
- Isabel II en el exilio (1868/1904). Rueda Hernanz, Germán. Rh ediciones, 2013.
- Isabel II, Íntima. Cambronero, Carlos. Montaner y Simón editores. Barcelona, 1908
- La Semana Santa de Sevilla en el siglo XIX. Jiménez Sampedro, Rafael. Abec Editores. Sevilla, 2013.
- Isabel II, marcha fúnebre. Artículo de Manuel Jesús Roldán en ABC de Sevilla, 9/4/2018
Notas
(1) La Andalucía. Sevilla. 14/12/1883
(2) Isabel II en el exilio (1868/1904). Rueda Hernanz, Germán. Rh ediciones, 2013.
(3) El Pabellón nacional. Madrid. 10/1/1884
(4) La Andalucía. Sevilla. 24/01/1884
(5) La Andalucía. Sevilla. 25/03/1884
(6) La Andalucía. Sevilla. 13/04/1884
(7) La Iberia. Madrid. 14/4/1884
(8) La Palma de Cádiz. 13/04/1884
(9) La Palma de Cádiz. 10/04/1884
(10) El Toreo. Madrid. 18/4/1884 (Costurero era el nombre del toro objeto de la lidia)
(11) La Andalucía. Sevilla. 16/04/1884
(12) El Heraldo. Madrid. 23/6/1853
(13) La Palma de Cádiz. 19/04/1884
(14) Isabel II, marcha fúnebre. Artículo de Manuel Jesús Roldán en ABC de Sevilla, 9/4/2018
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