El toque del Ángelus en Sevilla

No sabía si era una impresión mía o que el confinamiento de estos días, a causa de la pandemia por coronavirus, nos hace fijarnos en cosas en las que antes no reparábamos. Puede que por la calma de las calles a causa del estado de alarma decretado por el gobierno. Ahora apenas se oyen coches, no se escucha a gente hablar por las calles. Dicen que hasta el aire que respiramos se ha vuelto más puro.

Casi únicamente oímos los merecidos aplausos que todos los días a las ocho de la tarde -a las 19:58 exactamente, misterio que espero alguien nos acabe explicando- dedicamos a sanitarios, policía, militares, cajeros, transportistas, reponedores, etc. que estos días están exponiéndose por todos para que podamos permanecer en casa lo más protegidos posible.

Hace unos días Arturo Pérez-Reverte, refería en Twitter lo que un conocido le había confesado por teléfono:

“Es la primera vez que puedo salvar al mundo sentado en un sofá …».

Omito el final de la cita, no se me vaya a ofender alguien. El que siga a D. Arturo ya sabe cómo se las gasta.

Pero tiene razón. Hoy día, quedarse en casa, haciendo lo que cada uno quiera hacer en su intimidad, es un auténtico acto de heroísmo.

Pero volviendo a lo que decía, hace días que me estaba llamando especialmente la atención escuchar tan claramente cada mediodía el diario repique de campanas llamando a la oración del Ángelus.

¿No se han fijado? Ahora que tenemos más tiempo, asómense a una ventana a las doce en punto de la mañana. En esto no hay misteriosos minutos de adelanto. Escuchen atentamente. Oirán sonar campanas, alegres campanas llamando a la oración.

Y efectivamente, no era una impresión particular. En estos días, la Conferencia Episcopal ha impulsado esta iniciativa a la que en Sevilla se han sumado ya un gran número de templos.

Lo hacen para “mostrar nuestro agradecimiento y fraterna solidaridad” a través de la oración durante estos días de aislamiento. Y animan a que las campanas resuenen,
“para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia”.

Personalmente, el tañido diario de las campanas me ha hecho retornar a aquella diaria oración que mi abuela, cuando yo era pequeño, me obligaba a rezar a las doce de la mañana, deteniendo, para mi fastidio, mis mucho más importantes juegos infantiles:

El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te Salve María, llena eres de gracia…

El Ángelus es una oración antiquísima en la que se recuerda el momento de la Anunciación a la Virgen María y la Encarnación del Verbo. En rigor, es una oración que se rezaba en tres momentos del día: al amanecer, al mediodía y al ponerse el sol.

Sin embargo, y principalmente a partir del Pontificado de Pio XII, suele hacerse especial énfasis en la oración del mediodía, habiéndose convertido en una piadosa tradición que los siguientes Papas han seguido manteniendo.

Afortunadamente, ya no vivimos en aquellos tiempos antiguos y oscuros en que las supersticiones y las creencias mal entendidas y peor explicadas, eran un impedimento, más que una ayuda, para encontrar soluciones a este tipo de catástrofes.

Hoy día, gracias a Dios, todos sabemos que es papel de la Ciencia encontrar las soluciones y establecer las recomendaciones para paliar los efectos en circunstancias como ésta.

Pero, para aquellos que tiene la suerte de conservar la Fe intacta, la oración durante estos días, les reconfortará y será una fuente inagotable de serenidad.

Y el repique de las campanas de Sevilla se encargará de recordárnoslo.

Como decía la letrilla de un canto coral que el padre Ángel Urcelay compuso para los Seises de Sevilla:

Campanitas de plata,
Tocan a la oración.
El campo se ha dormido,
Al escuchar su voz.
El Ángelus nos lleva,
Todas las tardes a Dios,
Nos lleva a Dios.

Por favor, recordemos todos. Mientras todo esto dure: #QuedateEnCasa #YoMeQuedoEnCasa

He aquí la oración del Ángelus completa:

El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

(Avemaría)

He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra. Dios te salve María

(Avemaría)

Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.

(Avemaría)

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

(Se rezan tres glorias)

Oremos.

Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones y concede a quienes hemos conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo, que por su Pasión y su Cruz alcancemos la gloria de la Resurrección. Por el Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.