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Hasta hace pocos años estuve trabajando en una empresa del sector de las TIC. Si, no me avergüenzo de reconocerlo. Y lo hice aproximadamente por espacio de unos 15 años, que se dice pronto. Luego, vinieron la crisis económica, la reforma laboral del 2010, mi 43 cumpleaños y, de regalo, un bonito despido por el elegante método del Burofax.

Por si alguien no lo sabe, el acrónimo TIC proviene de “Tecnologías de la Información y la Comunicación”. La tarea principal de este tipo de empresas consiste en proporcionar los recursos necesarios para manejar la información de manera automatizada: almacenarla, convertirla, administrarla, transmitirla y encontrarla.

04-tecladoEn fin, que yo era Informático. Programador, para ser exactos. Esa profesión extraña que la madre de uno nunca consigue entender y mucho menos explicar a los demás:

– Si, mi hijo trabaja en eso de los ordenadores; está toodo el santo día ahí pegado a la pantalla, que yo le digo, niño, te vas a quedar sin vista…

En principio, lo de trabajar en una TIC, no tiene porqué guardar relación con la aparición de ese tipo de movimientos convulsivos homónimos, que se repiten con frecuencia y que son producidos por la contracción involuntaria de uno o varios músculos. Digo en principio porque, se han dado casos –y conozco alguno que otro- en que, después de años trabajando en una TIC, se han acabado desarrollando no sólo TICs, sino incluso TOCs, que han llegado a precisar la prescripción de TACs para descartar males mayores.

A lo largo de esos años conocí a todo tipo de personas y personajes. La mayoría de esas personas fueron estupendos compañeros de trabajo con los que compartí inquietudes y horas interminables de estrés, que terminaron forjando amistades para toda la vida.

Luego estaban los personajes. Solían ser unos individuos inconfundibles, con su corbata, sus pantalones de pinzas, sus gafas de pasta, su maletín, su portátil. Parecían vivir por y para la empresa y esperaban que todos fueran como ellos. Casi todos vivían en un adosado o un chalet en el Aljarafe, cambiaban de móvil con regularidad y se compraban coches que seguramente no podían pagar.

Su único objetivo en la vida consistía en intentar escalar posiciones dentro de la empresa para ganar cada vez más y así poder seguir financiando todas esas cosas de las cuales probablemente no disfrutaban, pero que ellos tenían y tú no.

Jefe abuson

Su método era sencillo. Consistía invariablemente en prometer a los clientes y a sus superiores –que los tenían, aunque estos vivían en un planeta aparte y eran más difíciles de ver- plazos de entrega muy cortos, apretadísimos, a sabiendas de que eran imposibles de cumplir, aplicando la conocida estrategia del “empujar pa abajo”. Es decir, trasladar la responsabilidad a los estratos inferiores para salir indemnes cuando llegaba la fecha de entrega y, obviamente, la tarea no se había concluido. O lo que era aún peor y más corriente: se había concluido pero con unos niveles de calidad que dejaban un “pelín” que desear (no quieran saber cómo son las tripas de algunos de los principales programas informáticos en que se sustenta el trabajo diario de determinadas administraciones)

Durante mucho tiempo me pregunté cómo se las arreglaban para poder dormir por las noches con esa pesada carga sobre sus cabezas. Pronto llegué al convencimiento de que lo más probable era que, de algún modo, habían aprendido a eliminar de sus mentes todo rastro de culpa. Pero, ¿cómo?: ¿hipnosis?, ¿yoga negro?, ¿simple mala uva?

La respuesta me llegó un año, de manera casual, durante la comida de Navidad; ese delicioso acto social de confraternización en que el presidente de la compañía se pasea confiado entre los asustados corrillos saludando, como si te conociera de toda la vida, mientras los cacique-colas van diluyendo lenta, progresiva y peligrosamente las líneas divisorias entre los estratos establecidos.

Pongamos que se llamaba Juan Antonio. Como era habitual en estas ocasiones, Juan Antonio estaba listo de papeles a las primeras de cambio. No recuerdo bien si Juan Antonio era Project leader, Technical Director o Line manager. Resumiendo, era Jefe. Lo que si recuerdo es que todos los años las pillaba en español antiguo porque, al finalizar la velada, sólo se le sobrentendía.

Bronca del jefe

Un año, debido a su estado, entre varios compañeros, tuvimos incluso que llevarlo a su casa, en el Aljarafe, junto con su maletín, su portátil, su BlackBerry y sus maltrechas gafas de pasta, para vergüenza de su señora.

Aquel día Juan Antonio perdió los papeles. Y lo digo literalmente. Sobre el asiento trasero del coche aparecieron algunos folios grapados que probablemente se habían salido de su maletín. Mi primera intención fue devolvérselos, pero al ver de qué se trataba, no lo pude evitar y me largué con ellos.

—Total —pensé—, no creo que mañana lo recuerde.

Se trataba del temario de un curso de formación dirigido a directivos y demás aspirantes a personaje y su contenido era el siguiente. Juzguen Vds. Mismos:

Temario del Curso:

Técnicas de control emocional propio y ajeno para directivos 2.0

Tema 1.

Cómo mostrar desinterés.

Frases útiles: Uso del «No me interesa» y el «Qué se le va a hacer».

El agradecimiento simbólico: un arcaísmo a erradicar.

Tema 2.

Cómo marcar las distancias.

Uso del «Yo a ese nivel no bajo».

La corbata como barrera psicológica.

Tema 3.

El bipolarismo como técnica. El factor sorpresa en la dinámica empresarial. ¿Quién soy hoy?

El algoritmo de la margarita: Ahora te quiero, ahora no te quiero.

Introducción a la técnica del saludo aleatorio.

Tema 4.

La Amnesia selectiva: una necesidad corporativa.

Técnicas para olvidar lo tratado en las evaluaciones de tus subordinados. (Con prácticas)

La utilidad indudable de la promesa a medio/largo plazo. Técnicas para su incumplimiento.

Tema 5.

Cómo huir de los temas espinosos: La conversación de pasillo y la necesidad fisiológica inesperada.

Técnica de Houdini: aprende a desaparecer en el momento oportuno.

Respuesta a correos de subordinados: La paradoja de la prioridad (A Prioridad alta, respuesta lenta y viceversa).

Tema 6.

Capacitación para gestionar equipos humanos: Una cuestión sobrevalorada.

Recursos avanzados: Cómo echar una bronca y hacer que te lo agradezcan (La controversia del

Lohagoportubien)

Tema 7.

Conciliación entre vida familiar y profesional.

El principio de la reciprocidad: Si yo no tengo vida privada, ¿por qué la has de tener tú?

Primeras palabras de tu hijo: Prototipo, Business Intelligence: ¿Por qué no?

Tema 8.

La Sinergia en el equipo de trabajo.

El principio de «Tú trabajas y yo salgo en la foto». Conceptos Básicos.

El reparto equitativo de las tareas: Compartir los marrones.

Técnica de los porcentajes: El 1% pa mí, el  99% pa tí.

Tema 9.

El nuevo modelo de gestión de recursos.

No a los personalismos. Distinción entre el personalismo clásico y la detección de las innegables habilidades

de mis colegas de disco-pub.

Tema 10.

Nichos de negocio. Comprensión del concepto:

Tú te matas, yo me forro.

Aplicación a la Alta Gestión.

Anexo. (Prácticas con becarios reales)

Introducción a habilidades rastreras:

El corta y pega de otros.

El chivatazo vil.

La puñalada trapera clásica.

Fomento de la innovación: tú lo inventas y yo lo patento.

Técnica del I’ve Got The Power (Yo tengo la información y tú no)

Cómo defender tu puesto frente a la amenaza de alguien más preparado.

 


Origen de las ilustraciones:

http://www.freepik.es/

http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar

http://leaderinme.wordpress.com/

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2 comentarios

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