De la cocina en el ángulo oscuro,
de su dueño jamás olvidado,
silencioso y cubierto de polvo,
veíase el jamonero.
¡Cuánta loncha dormía en su madera
como el guarro duerme en la dehesa,
esperando a esa paletilla
pa poder cortársela!
¡Ay!, pensé; ¡cómo echo de menos
esos tiempos de antes de la crisis,
cuando mi mujé me desía de repente:
«Niño, córtame jamonsito»!
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¿Qué mas dá arpa que jamonero? Solo emiten distintas «melodías»
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