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Los cines de verano Hispano y Villasol en la Alameda de Hércules de Sevilla, a principios del s. XX. (ABC de Sevilla, 03/09/2014

Asomarse al diario de mi abuela es como hacer un viaje en el tiempo. Allí, en un pequeño cuadernito escrito a plumilla, con perfecta caligrafía, reflejaba ella los hitos importantes de su adolescencia, en los primeros años del siglo XX: nacimientos, comuniones, bodas, defunciones y demás acontecimientos familiares.

Pero también dejaba constancia de sucesos que ella consideraba importantes y que, probablemente, surgirían en las conversaciones de los mayores o de las noticias que mi bisabuelo leía en El Liberal. La cogida mortal del Espartero, en mayo de 1904, el asesinato en Lisboa del Rey Carlos de Portugal y su heredero, en febrero de 1908 e incluso una referencia muy detallada a un eclipse lunar que tuvo lugar el 3 de junio de 1909.

De todas las cosas que mi abuela contaba en su diario siempre me intrigó una que decía:

El 28 de agosto de 1909, sábado, fuimos por la tarde a casa de madrina y después, hasta las once, vimos los cuadros de la Alameda…

Y continuaba:

El sábado siguiente, o sea el 4 de septiembre, fuimos otra vez a las dos de la tarde y allí estuvimos hasta las diez de la noche, que nos vinimos después de ver los cuadros…

Se refiere, como es lógico, a la Alameda de Hércules en Sevilla, situada cerca de donde ella vivía. ¿Pero, qué cuadros eran esos que mi abuela acudía a ver en verano a la Alameda?

En los inicios del cinematógrafo, se empleaban diversos términos para hacer referencia a las películas, entre ellos: cinta, película, banda cinematográfica… y cuadro. Es posible que esta nomenclatura viniera heredada del espectáculo que podría considerarse antecesor más inmediato del cinematógrafo: el teatro. En la jerga teatral, un cuadro es cada una de las partes en que se divide una representación. Podría decirse que es similar a “escena”.

Así, en la presentación hecha de una cinta protagonizada por bomberos, en el Teatro San Fernando, ya a principios de 1899 se anunciaba:

…el grandioso cuadro nuevo que representa: Un incendio en la casa Ayuntamiento de Londres: salida de las bombas; llegada al lugar del siniestro; trabajos para la extinción del incendio y salvamento de mujeres y niños.

Sea como fuere, la cuestión es que desde esas épocas tan tempranas, el cinematógrafo se había hecho enormemente popular en Sevilla.

Muchos de los teatros tradicionales comenzaron a incluir algunas de aquellas primitivas proyecciones, como el propio Teatro San Fernando, el Teatro del Duque y el Cervantes. También algunos cafés y diversos salones adaptaron sus instalaciones para sumarse a la novedad, como el Café del Nuevo Mundo, el Novedades o el Salón Imperial (antiguo Café Suizo)

Igualmente, los teatros de verano, que tenían gran tradición en Sevilla, se metieron de lleno en la promoción de estos espectáculos. El Teatro Eslava fue quizá uno de los más famosos. Se levantaba sobre unos jardines en los que más tarde se construiría el Hotel Alfonso XIII e inició sus primeras proyecciones de cuadros cinematográficos en agosto de 1900.

Los cuadros eran películas de corta duración, por supuesto mudas y acompañadas la mayoría de las veces de un pianista el cual se encargaba de proporcionar a la cinta el tono dramático apropiado, según el tipo de escena que se proyectaba.

Los títulos de algunas de aquellas películas nos pueden dar idea del tipo de espectáculo que ofrecían:

El clown Sidney y sus zancos
Danza Liliputiense
La Corte de Luis XIV
Efectos de una Bomba en la calle Mayor.
Bailes infantiles.
La Maga.
Sidra indigesta…

Probablemente alguno de estos cuadros los contemplaría mi abuela

Según la prensa de la época, entre 1904 y 1906 fue cuando tuvo lugar el auténtico “boom” cinematográfico en Sevilla el cual vino caracterizado precisamente por la proliferación de Salas de Verano. Entre ellas, el Salón Victoria, El Gaumont, el Cine Plaza Nueva y el Cine Alameda.

Es posible que a este último fuera mi abuela “a ver los cuadros”, al menos un par de veces durante aquel lejano verano de 1909.

Distracciones novedosas en aquella Sevilla aún reconcentrada y apacible pero que también se abría a un siglo XX repleto de grandes transformaciones.

Fue el escritor y periodista José María García Rufino, que escribía bajo el pseudónimo de “Don Cecilio de Triana” el que describió genialmente aquellas estivales y refrescantes veladas nocturnas de nuestros abuelos:

Huyendo del ardiente
calor terrible
el pueblo va a los cuadros
al aire libre;
y en cada esquina hay dos palos,
un lienzo y una cabina.

Verano que de día
ardiendo vienes.
¡bienvenido! que, en cambio,
de noche tienes
para el pueblo que hiciste
sudar a mares
treinta cuadros, cien tómbolas
¡y diez mil bares…!

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Bibliografía

  • Los comienzos del cinematógrafo en Sevilla, 1896-1928.  Carlos Colón. Biblioteca de temas sevillanos. Dpto. de Publicaciones Ayuntamiento de Sevilla, 1981.
  • Inicios del cine en Sevilla (1896-1906): de la presentación en la ciudad a las exhibiciones continuadas. Mónica Barrientos Bueno. Universidad de Sevilla, 2006.
  • Don Cecilio de Triana y las fiestas de Sevilla, José Vallecillo López. Biblioteca de temas sevillanos. Dpto. de Publicaciones Ayuntamiento de Sevilla, 2009.
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4 comentarios

  1. Que buen articulo! Espectacular los toques de color. Yo escuche a mi padre muchas veces narrar cosas similares y eso me ayudo a ambientar tu relato correctamente. Ademas, hay muchos terminos que conozco de oido pero nunca los lei en su contexto como por ejemplo «El Espartero» que yo lo conocia por la letra de «Las Cosas del Querer». Gracias por escribir con tan buen gusto esta nota tan informativa, entretenida e inspiradora.

    1. ¡Muchas gracias, Angels! El Espartero era un torero Sevillano muy famoso a principios del siglo XX. Yo creo que el recuerdo por los mayores no tiene fronteras, ¿verdad? Seguro que esto que cuento tú lo podrías transponer a otra clave en la que tú hayas vivido y el sentimiento es el mismo. ¡Un beso! 🙂

  2. Buenísimo artículo que nos lleva a comprender -o intentar imaginar mejor- las emociones de nuestros ancestros no hace tanto tiempo y los cambios acelerados que vivieron. Y un lujo que conserves el diario de tu abuela. Me contaba siempre mi padre con mucho asombro que en la exposición del 29 cuando el tenía nueve años, «exponian» unas pulgas que al mirarlas con un aparato grande como una lupa se las veía VESTIDAS. No me lo relató en su vejez, sino desde que tendría el 35 años o así. ¡Que emocionante tuvo que ser aquello que imagino sería un truco…!

    1. Mi tía abuela me contaba exactamente lo mismo de la Exposición del 29: las pulgas vestidas. Se ve que causaron furor en Sevilla. Me ha encantado leerlo aquí, porque corrobora lo que ella me contaba.Por añadir algo, quiero recordar que las localizaba en el pabellón de Cuba.

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